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lunes, 28 de mayo de 2018

Hotel Es Princep, 24 horas en casa

Hace unos días, me cogí un avión y me planté en Palma. Era tarde, acababa de salir de consulta de ver a tropecientosmil pacientes y la verdad que llegaba cansado...concretamente 23:21 horas, sin cenar pero con algo que me apetecía mucho, ¡conocer un nuevo lugar!












Y conocer un nuevo lugar se traduce en Hotel Es Princep en pleno corazón de la capital mallorquina. Fue cruzar las puertas del hotel con la mochila a cuestas y empezar un hormigueo por la espalda de placer y de esa sonrisa que se refleja en la cara cuando sabes que vas a disfrutar mucho.

Miren (gracias una vez más), sin poder pararme a saludar, me encargó una cena de lo más completa a altas horas. No me da no sé que molestar a la gente del hotel o de cocina a esas horas porque considero que la gente tiene que descansar, pero he de decir que se agradece. Con el jamón y el cóctel en la mano, no podía tener mejor acogida. 

Tras unas risas y un parlao' con la gente, subí a la habitación, ¡qué habitación! Un baño semi abierto, una cama de 2x2 (que no me puede gustar más, eso y las almohadas), y un detalle de una botella de champán con unas frutas...madre mía, y eso que era de noche, que de día con la luz y las vistas debía de ser un espectáculo.












A la mañana siguiente ya estaba yo en el mood de persona que se tiene que dejar querer y que la mimen. Me puse guapo hasta donde pude y me bajé a desayunar, que como dice algún que otro nutricionista (jajaja) es una de las comidas más importantes del día. 

Yo que me las daba de levantarme tarde, pero oye, uno ya tiene el ritmo de la semana cogido y a las 8 ya estaba con el ojo abierto...así que para paliar esa "desgracia", me metí un desayuno de yogur con cereales y semillas, unos huevos benedictinos, mi surtido de fruta, mi zumito de naranja y aquí paz y después gloria. Paseito para posicionar el desayuno en mi estómago, y una vez hecha la digestión, a que me siguiesen cuidando. Me bajé al spa y a que me diesen un masaje, no vaya a ser que estar en el paraíso me fuese a agotar demasiado.

Salí del masaje con la cara empanada, con esa marca circular alrededor de la cara y prácticamente con los párpados pegados...de verdad, que en Es Princep te saben cuidar como en casa. Se nota en los detalles, en eso que de primeras no te das cuenta pero que te queda en el recuerdo para volver. En ese olor al entrar en la habitación, en la textura de las sábanas, en la luz que entra y se refleja sobre la butaca de terciopelo, en el suelo de hormigón de la ducha, por no hablar de la cascada por la que sale el agua...en fin, ¡mejor que en casa!












Si el sufrimiento y esfuerzo estaba siendo superlativo, sólo me faltaba subir a la azotea a tomar el sol y darme un baño con vistas a la Catedral de Palma. Pues dicho y hecho, subí a mi habitación a ponerme el traje de baño, y casi con la chancla por el pasillo, me planté en la última planta. Un día soleado, una tumbona y una piscina. Pero no, mucho sufrimiento, me falta algo...¡ah sí, mi zumo de tomate! "Tus deseos son órdenes", y es que en cuestión de segundos lo tenía en mi mano, disfrutando de una lectura rápida de la prensa, del sol y de fondo el mar.

Muchos de vosotros estaréis a punto de abandonar esta lectura por como lo planteo. Yo os aseguro que estoy viendo el día lluvioso que hace hoy en Madrid y creedme que estoy cogiéndome manía a mi mismo, ¡es muy duro escribir esto cuando lo que vivido!

Comimos en la azotea, comida infomal en Mura a base de unos cruasanes de gamba muy apetecibles, unas puntillitas que se comían como pipas, unos sandwiches de trufa muy top, carpaccio de gamba, rape con crema...un surtido para compartir entre 4 personas en la música y el agua de fondo. Tras la comida, vuelta y vuelta al sol y un poco de siesta que lo de vivir en el paraiso agota. Por cierto, conocer en los postres a la dueña, Isabel, ha sido una de las cosas más atómicas que me ha pasado últimamente. Una tía natural (sí, digo tía porque sé que ella me lo permitirá), auténtica, agradable, entregada, pasional con lo que ha construido y lo que hace...gracias por invitarme a tu casa y lo mejor de todo, sentirme como en ella.








Por la noche, ¡plato fuerte! Cena en Bala Roja de la mano del estrella Michelín Andreu Genestra y maridada de los dedos (madre mía como los maneja) de Andreu Genestar. No son hermanos ni nada que se les parezca más allá de lo que hacen, pero si, la posición de la "erre" les ha unido en este mundo.

Empezamos con un cóctel y unos entrantes de bocado. Coca de maiz y brocheta de coliflor con foie con un toque a vinagre imperceptible. En el plato blanco un polvorón, oliva vermut y bizcocho de mollejas.






Los Andreu seguían haciendo de las suyas. Uno creándonos un cóctel de pepino sin alcohol y el otro un consomé de gamba. En Mallorca los caldos tienen fama y así se refleja en Bala Roja.






Continuamos con un pilpil de langosta con una presentación de lo más futurista. Me recuerda a algunas edificaciones ovaladas que hay en alguna isla de Japón (ahí lo dejo para algún arquitecto friki que se pueda sentir identificado). Guisante tierno con pata de pollo deshuesada con caviar. Este plato me flipó, porque conseguir una textura del guisante prácticamente imperceptible y que sepa rico es complicado. El crujiente de la pata de 10.




Arroz ahumado de berenjena, pulpo y conejo (con gelatina). La gelatina le daba mucho rollo, era la parte ahumada junto con el pulpo. Me gustó probar así el pulpo, seco, porque no es una cosa habitual aunque es difícil de que le guste a la gente ya que es una forma de cocinado arriesgada.








Langosta mallorquina con uno de sus caldos. Bacalao con verduras y para rematar la jugada presa de cerdo negro acompañada de una salsa de soja y almendras. Bastante jugoso y el toque de crujiente de la almendra es fundamental, y más si hablamos de un plato fuerte. 








Si sois golosos, como si no, pre postre, postre y post postre. Anisado, ácido (la bola roja) y picante, continuando con una especie de mousse de chocolate, cerveza al cacao, miel y trufa. Y en la tabla, gelatinas de naranja, macarons de mandarina, cacahuetes de chocolate, y dados de plátano. Tras los postres unas grúas nos llevaron de vuelta a nuestras habitaciones. 

No sé qué más añadir a este artículo, a esta maravillosa experiencia vivida en Es Princep y a los millones de gracias que les he dado a todo el equipo, que a pesar de llevar muy poco tiempo, tienen un rodaje y un saber cuidarte que en muy pocos sitios se ve. Una vez más, ¡gracias!

martes, 16 de junio de 2015

Dubai del paraguay

Hace un par de meses aprovechando mi viaje a Oriente Medio, el fin de semana nos acercamos hasta Dubai, ese hervidero musulmanoccidentalizado donde los camellos se entremezclan con chicas con minúsculos bikinis y donde las abayas es algo raro entre la población. Ese lugar donde todo es a lo grande, el "y yo más" de Oriente, un libro Guinness en cada esquina, en cada edificio, piscina, o restaurante al que vayas. Así es Dubai York.






Levantarse con estas vistas no es una suerte, es un privilegio. Nos alojamos en el hotel Millennium Plaza, en pleno bullicio y con vistas a toda la calle principal. Es verdad que Dubai es más de multinacionales, lo descubres en cada franquicia que encuentras en los bajos de los edificios.




La comida en Dubai no tiene nada novedoso, me pareció más auténtico Qatar. Dubai es más internacional y así se ve reflejado en sus platos. Te puedes tomar unas beans con sushi, acompañado de falafel y un cruasán. ¿Algo destacable? La gran variedad de productos e ingredientes que hay. Más que ingredientes, platos, platos para todos los gustos.







Visitar el Dubai Mall, ese inmenso centro comercial petado de tiendas de lujo, productos exclusivos y mujeres con carísimos bolsos. Me quedo con el gran acuario del suelo al ¿techo? que se encuentra allí, todo un espectáculo ver dar de comer a los animales submarinos.




Comimos en un Carluccio's (franquicia 100%) y es que aquí están todas las multinacionales de la gastronomía, pero también existen buenos restaurantes, aunque hay que hacer un buen desembolso económico.





Subir al Burj Khalifa es toda una experiencia. Tanto recorrer 124 pisos en 60 segundos, como divisar todo el desierto con las mini edificaciones como si fuera un scalextric.







Y tras un baño en la piscina del hotel, fuimos a Zuma. Parece ser el sitio de moda donde el postureo no entra en carta y donde el espectáculo forma parte del ambiente. Picoteo, cócteles y muchas risas, allí puedes elegir la mejor opción. Y para espectáculo ver a un camarero cortar hielo con cuchillo y darle forma redondeada.






Y en la parte de playa, está Marina Beach. Un pequeño Miami de Middle East por parte de los rascacielos y un cachito pequeño de California por el rollo relajado y la comida saludable y ligera que allí te ponen, como estas ensaladas. En Dubai son muy de usar el servicio de repartidores de comida, algo tan curioso en una ciudad tan calurosa y kilométrica, porque esto no es Madrid.




Ciudad de menos contrastes pero sí de sorprendentes estampas como esta, un camello enfrente de unos altísimos rascacielos, así es Dubai, "¡y yo más!".

martes, 5 de mayo de 2015

Qatar, uniforme en el color, contraste en la vida

Hacía mucho que no escribía de la gastronomía en el mundo, pero es que hace un año por estas fechas colgué las botas del tema viajes tras mi llegada de Malta, y me embarqué en otra aventura llamada hipoteca...¡un año he tardado en ahorrar 4 pesetas! Facturas, facturas, derramas y más facturas, jamás pensé que sería tan complicado esto de hacerse mayor con 28 años.




Bueno, tras lloraros un poco, ya me he quedado más agusto.
La semana pasada hice las maletas y me fuí a Oriente Medio, concretamente a Qatar. Este país siempre estuvo en mi lista de no visitar, o de visitar en una escala de avión de unas horas porque no veía yo que este país del Middle East (como lo llaman ellos), tuviese algo de encanto.




Y lógicamente no se puede opinar de algo sin saber, así que un "zas" para mi en toda la boca. Doha, la capital de Qatar es el lugar con más contrastes que me he encontrado en todo el mundo. Contrastes de culturas, de pensamiento, de forma de enfocar el día, de vivir...y todo eso convive entre el desierto y territorio ganado al mar, pero bueno, empecemos por el principio.

West Bay, zona de rascacielos y lugar que visité nada más poner un pié en Oriente. Un pie a eso de 40 grados...










Concretamente fuimos al Spice Market situado en el Hotel W de Doha. Allí los occidentales no van de bares (porque no existen). Su ocio es disfrutar de carísimos brunch en hoteles espectaculares o moverte por el mall de turno para hacer la compra, siempre y cuando no estés en la oficina.

Spice Market cuenta con el mejor buffet de Doha, eso sí, a 120€ el cubierto...¡madre mía! Voy a estar comiendo arroz todo el mes de mayo, y sino al tiempo. Variedad de producto, y diferentes cocinas del mundo todo repartido por varios puestos. Tienes todo lo que quieras, sushi, frutas, pollos enteros o una gran variedad de curiosos postres como esta carrot cake. Buenísimas las samosas de carne, ¡me comí 8!, aunque me podía haber comido hasta reventar. Sitio recomendable por Time Out y por mi, eso sí, preparen la cartera.




Tras la comilona, nos fuimos a tomar unas copas en los pocos sitios donde se puede beber alcohol, en el Sharq que se encuentra alojado en el hotel Ritz. Prohibición de alcohol en todos los sitios menos en los internacionales, la religión es la religión, y que se preparen para Ramadán.





Se puede considerar que Doha está dividida en varias zonas. West Bay que es la parte que alberga los rascacielos, La Perla, parte residencial que se ha ganado al mar y el resto de Doha. Lógicamente hay más barrios pero esos 2 focos importantes de la ciudad es donde se desarrolla el ocio.
Salir a correr por Al Corniche y morir en el intento. Eso tenía que haberlo pensado antes de embarcarme en la aventura de correr cerca del mar a 42 grados a las 10 de la mañana. La gente no pasea, no hay parques, y la vida se hace de puertas para dentro, entre otras cosas por el calor. Espera un momento, hay un parque sí, en el cual sólo entras si vas con ropa de deporte, ahí es nada.

Desayuno en el French Olive. Un restaurante muy del rollo europeo preocupado por la decoración y por una cocina occidental. Tostadas con aceite o mantequilla, huevos pasados por agua, salchichas...la variedad es amplia, ¡muy recomendable también!







Disfrutar de unas magníficas vistas en el M.I.A. (Museum Islamic Art) donde te puedes tumbar en una hamaca y enloquecer con las vistas de West Bay, es una auténtica pasada. Interesante visitar el museo para flipar con su arquitectura y con sus precios en zumos. ¡Amplio hipoteca!






Otra de las partes interesantes y que tiene apenas un año, es La Perla, un complejo residencial donde un europeo o persona no-qatarí, se puede comprar una casa ya que es territorio "internacional", es terreno ganado al mar por lo tanto no pertenece a Qatar. Restaurantes europeos donde solo ves a gente occidental.







Para celebrar el cumpleaños de Juan, fuimos al mejor restaurante de carnes de Doha, el Anvil Room, situado en la torre de rombos azules con unas vistas magníficas. Mi edificio favorito es ese con una marcada simbología musulmana, es impresionante. Cenamos por 100€ y tomamos ceviche con trucha y ensalada de varios tomates (incluso secos) con mozarella y de segundo 2 platos de carnaza de 12oz. Bastante bien el sitio aunque como a todos, les falta alma, les falta gente.






Un restaurante bueno y barato donde ir a comer (y qatarí, ¡por fin!), es el Al-Khaima, donde pedir humus, mutabal (hecho con berenjenas) y queso, aparte de su perejil con tomate, su ensalada de cebolla o sus aceitunas marinadas. Platos típicos de Oriente, exquisitos pero nada nuevo.
Eso sí, lo que triunfa son las costillitas de cordero que te las pides al peso. Todo esto acompañado por kilómetro de pan de pita.










Visitar el Zoco Waqif, otra de las partes interesantes de la ciudad. Ahí ves como comen realmente los qatarís, como venden sus alimentos, como mezclan todo tipo de objetos con la comida.
Muchas especias similares a sus vecinos de Irán. Ver a mujeres con sus abayas vendiendo comida...una estampa que quedará para el recuerdo.





Si buscamos algo tradicional para comer con colegas, el Turkey Central. Restaurante trotón de barrio donde seguir comiendo comida árabe. No hay nada nuevo pero sí el concepto de acompañar sus platos con salsas. Utilizan muchas verduras en formato ensalada como entrante y aparte especian bien los platos. Algunos quizás demasiado pero de esa manera se usa menos sal. Para comer allí y para llevar.







Y referente a los supermercados, ¿qué pasa cuando van a hacer la compra? En el City Centre Doha puedes encontrar el mayor mall de West Bay con el supermercado (Carrefour) más grande de Doha. Metros y metros de pasillos con estanterías altísimas donde hay una grandísima variedad de productos. Nada de cerdo y muchos dátiles. Allí gran cantidad de alimentos se compran a granel.
¿Garbanzo? En formato humus, ¿frutas? cortadas y en forma de zumos, ¿verduras? no sé de donde las sacan porque huertos no hay con este calor. Importan casi todo.




Katara. Burkini y 25€ por bañarte. Ya me baño en España tranquilamente.
Tiene un anfiteatro (nuevo, como todo), muy espectacular y lujoso, y una de las mezquitas más grandes de Doha. Sitio para visitar si os pilla de camino, pero es curioso ver los grandes edificios casi metidos en el mar.




Y algo que no te puedes perder es el desierto por la zona de Sealine. La arena real de lo que es el desierto de Qatar es blanca y dura, con piedras, lo único que hay dunas donde la arena es más de "desierto". Cógete una botella de agua y disfruta subiendo y bajando, y rebozándote por la arena.
Qatar, un país sorprendente, lleno de contrastes, con riqueza en todo aquello que están construyendo, carente de vida o más que de vida de alma. Qatar, te faltan unos años más para hacerte mayor y mirar a Dubai por encima del hombre, eso sí, ¡lo conseguirás!